sábado, 11 de octubre de 2014

Funciona


Este negro de pelo abundante y con gran brillo, soy yo. Me llamo Rabito. Y para poder posar para esta foto, tuvieron que pasar muchas cosas. Entre ellas, muchas cosas malas. Pero creeme...: FUNCIONA.

Debo haber nacido en Lavalle, porque allí es donde me encontró Gisella. Estaba muriendo. De sarna y desnutrición severa. Deambulando, cada vez más lentamente. La debilidad iba ganando la batalla, la apatía se había adueñado de mi ser. Mi única esperanza: morir.

Así me encontraron
En este estado me conoció Gisella. Una joven a quien nunca había visto en mi vida. No le presté mucha atención porque para serte sincero, ya casi nada me llamaba la atención.

Estaba tan feo que la gente en su mayoría me miraba hasta con desprecio, como si no pudieran distinguir la enfermedad en mi, como si el aspecto desagradable fuera mi culpa. Muchos se esforzaban en sacarme corriendo, evitando que me acerque.

Pero Gisella se plantó, tomó su teléfono, me sacó una foto, me hizo unos cariños y algo se empezó a mover.

Porque cuando un ser humano se detiene para ayudar a otro ser doliente, se abre un camino que antes no existía, y tu futuro se escribe con letras de vida y de esperanza. Creeme que FUNCIONA.

Rabito entonces dejó el anonimato.

Gisella me ayudaba y buscaba ayuda para mi. ¿Y quien podría dudar que la encontraría? No se tardó la gente del Refugio Angeles de Cuatro Patas de reclamarme. Como si fuera algo tan bonito. Y partí para su refugio.

Con Beatriz en el Refugio
En el Refugio Angeles de Cuatro Patas hay muchos perros. Posiblemente más de lo que convendría a ojos de cualquier experto de afuera, de esos que siempre opinan. Pero eso no fue un obstáculo para mi.  Allí llegué un dia de julio y aqui estoy ahora.

Dicen esos expertos sabiondos, ésos que deberían tener mucho conocimiento de lo que hablan, en tanto son profesionales; dicen que los refugios no son cosa buena.

Que los perros allí no nos socializamos y por ello no somos adoptables, que nadie puede recuperarse en esos lugares, que no solucionan nada, que no sirven. Que las proteccionistas que se consagran a ello, trabajan en vano y les quieren hacer creer a ellos, los expertos, que las cosas son diferentes.

Yo soy Rabito. Y no te quiero hacer creer nada. Sólo quiero que veas en este recorrido, de dónde vengo. Dónde estuve, antes de llegar a la foto del inicio. Y quiero que me digas, si estas cosas, suceden solas.

Superé una sarna espeluznante, superé una desnutrición severa. Volví a surgir de entre las cenizas. Y a medida que cada pelo nuevo crecía, a medida que mis costillas se ocultaban bajo ese pelaje que nacía, yo empecé a conocer el amor.

Tanto Gisella al principio de éste, mi recorrido hacia la vida, como la gente del Refugio Ángeles de Cuatro Patas, se ocuparon de mi con sus propios recursos y con las ayudas de personas como vos, que con el corazón en la mano, se apiadaron de mi. 

Ayuda oficial: cero. Pero creéme: lo mismo FUNCIONA.

Y no acepto que alguien diga que soy un caso aislado. Yo soy un caso testigo, que es diferente. Porque perritos como yo, se rescatan todos los días en Mendoza. Se curan y se rehabilitan en cantidad de cientos al mismo tiempo. En cada refugio, en cada hogar transitorio. Como hormiguitas laboriosas, cientos de protectoras tienen en sus lugares a un perrito como yo. Costeando los gastos, curando, amando.

Y mientras los sabelotodos con título no encuentran otra salida que la eutanasia o las perreras, las hormiguitas obreras, siguen recorriendo en invisible fila ordenada, el camino que ellas mismas nos inventan, el camino hacia la vida.

Llevan a cuestas un gran peso, siempre superior a sus reales posibilidades. Sin embargo no se detienen, y la fila, cada vez es más y más larga.

Vos ya viste mi foto al principio. Ya sabés en el hermoso perro en que me he convertido. Ya podés adoptarme si querés, y te llevas una estrella.

Pero por sobre todas las cosas, y por si no lo sabías o si por ahi las fuerzas te andan flaqueando y pensás que luchás contra un monstruo demasiado poderoso, yo te lo vuelvo a repetir:

FUNCIONA.




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