martes, 16 de junio de 2015

Cuando Llega la Demanda

Las demandas a las que me refiero son un poco raras. Llegan en el momento que menos te lo imaginás y se convierten en algo irresistible a lo que tenés que responder casi compulsivamente.

Son mucho más comunes de lo que creés, lo que pasa es que no nos damos cuenta, no las registramos. Pasan desapercibidas para los demás. Y los que la sienten de manera directa, generalmente tampoco la identifican.

Son las demandas de ternura.

Las que te dicen que te llegó el momento de despedir. Las que te exigen que lo hagas con dulzura. Las que te obligan a dejar tu pena atrás, a quedarte vos atrás. Las que te dicen que ese perrito que llegó a tus manos, y no por casualidad como te pareció, tiene que partir. Y que vos sos la destinada a decirle adios.

Andrea encontró a su vieja asi, por casualidad. Ella salia y la vio caminar, dubitativa, insegura. Se dió cuenta que estaba ciega, y como es experta , supo que era una vieja. Andrea cree que fue por su propia voluntad que decidió, contra toda capacidad posible, que lo mismo se la llevaba a su casa. No lo decidió sola, casualmente. Ni siquiera fue por su incondicional amor por los perros especialmente los desprotegidos.

Fue la demanda.

Lucy

La viejita se llamaba Lucy,pero Andrea no lo sabía. Ignoraba que tenía dueños, dos ancianos tan vulnerables como ella. Lejanos, a muchas cuadras de donde apareció deambulando. Y le puso Suky, cacofónicamente muy parecido. Como si Lucy se lo hubiera dicho en algún momento y Andrea no la hubiera escuchado bien.

Andrea le encontró un hogar más que bonito a la viejita Lucy. Y todo iba de maravillas . Pero en días la perrita se descompensó. Nada en particular, ninguna enfermedad. Lucy simplemente estaba cumpliendo el ciclo de su vida. Y era necesario cumplirlo con Andrea a su lado.

¿Te das cuenta que no era Andrea? ¿Te das cuenta que no era Lucy? Era la demanda.

Porque Andrea corrió a Rivadavia, donde estaba el hogar adoptivo, y se la trajo a su casa. Derecho al vete, a ver qué le pasaba. Y con las horas, la pena la invadía, la impotencia y el dolor que quien se da cuenta que la despedida es inminente. Es que las demandas son raras...Te exigen la ternura con un poco de crueldad. Te piden mucho. Te piden que olvides tu dolor, y que nazca de tu alma la ternura.

Son misteriosas estas demandas, especialmente, porque logran su cometido. Y nunca podés decirles que no, nunca podés escapar de ellas. Y cuando te das por vencida, fluye tu ternura.

Andrea le hizo una cucha suave y tibia junto a su cama anoche. Con su mano extendida sólo la dejó de acariciar cuando la venció el sueño. Lucy de vez en cuando abría sus ojitos y la miraba. Lucy se iba llenando de ternura. Lucy partía...partía dulcemente.

 A las seis de la mañana, Lucy murió.

Y aquí quedó Andrea...con ese vacío enorme, con esa tristeza que no quiere salir, que se queda encerrada en el pecho convertida en angustia. Desorientada, con soledad de Lucy, Como si no entendiera. Como si no aceptara. Andrea frente a la muerte.

Se había ido la viejita. 
Se había desvanecido la demanda.

Yo he presenciado antes a la demanda en acción. La pude ver en Romina, cuando despidió a su Esperanza. Yo sé lo sobrecogedora que es. Lo cruel, lo exigente. Lo brutal. Y he visto como arranca lo que es necesario, he visto como estas mujeres  se resisten pero finalmente se florecen en ternura. Como quien emerge de un negro pozo y se convierte en burbujas de colores suaves y brillantes.

No te enojes con la demanda si algún día se mete en tu vida y presiona con rigor. No te resistas. Cumpliendo su misión, te elige. Tiene que encontrarte para que lo despidas. Para que muera acompañado y en paz. Para que su dolor se mitigue. Para que parta dulcemente. Y cuando te encuentra, todo adquiere sentido, porque al atraparte, se asegura la ternura de la despedida.

Y cuando todo haya pasado, cuando estés inmersa en ese vacío inexplicable, dejalos  ir a los dos con gracia y amor en tu corazón: a tu perrito y a su demanda. Tu misión ha sido cumplida, una misión que casi te diría, no es de este mundo.

Cuando llega la demanda, el Destino te ha enviado un mensaje.




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