lunes, 13 de enero de 2014

La Mamadre

Me estoy apropiando de un título de Neruda. "La mamadre" es una de sus poesías más hermosas. Pero no he podido evitar el delito, porque es un poema dedicado a quien lo crió. Nunca pudo decirle madrastra, cuenta este bello chileno, entonces le decía "mamadre".

Valentina, sumando hijos
En una partecita dice: "...la vida te hizo pan, y allí te consumimos" Fue cuando se me vino Valentina a la mente. Valentina convertida en pan con forma de leche de teta que no para de derramarse, para propios y ajenos.

Ella es una callejera del montón que estaba preñada al momento del rescate. El 31 de diciembre, mientras el almanaque paría un nuevo año, Valentina trajo a este mundo siete cachorros hermosos y saludables. Sólo dos días después una integrante del grupo "Por Amor a la Vida" se llenaba de angustia: tenía en sus manos seis bebés recién nacidos cuya madre había muerto en el parto. Y la única manera era alimentarlos artificialmente. ¡Pero es que eran recién nacidos!

Nunca puedo dar en la tecla cuando pienso de qué manera es que se producen estos pequeños milagros. Cómo es que se ordena el caos y todo se dirige a una única dirección de manera tan rápida y perfecta. Ya te darás cuenta de lo que te hablo: Valentina adoptó seis cachorros y su lechigada pasó a ser de trece en un abrir y cerrar de ojos. La vida la hizo pan, y alli la consumen. Y ella no puede distinguir los unos de los otros. Valentina no entendería nunca cuál sería la importancia de la distinción.

Primer plano de nuestra mamadre
Historias como la de ella vemos seguido. Perras y gatas nodrizas que salvan vidas tan vulnerables. Esa generosidad que se ve también en los seres humanos, aunque no tanto, es motivo de alegría para todos nosotros. 

Y como que con el tiempo dejamos de preguntarnos cómo es que ellas lograr integrar tan rápidamente a nuevos miembros a su familia cuando sabemos que las señoras los tienen bien contados desde el momento que nacen. Ni uno más ni uno menos. Ellas saben los hijos que tienen. Por eso a menudo los buscan sin descanso cuando los separamos de su regazo para darlos en adopción o simplemente para tener esa tibieza un ratito en nuestros brazos.

Sin embargo, ella suma. Y se convierte en pan. Aunque sea madrastra...o mejor dicho:  mamadre. Los alimenta, los limpia, los masajea. Uno a uno, multiplicado por trece. Una y otra vez. Suavemente. Como si fuera una ceremonia que sus ancestros cargaron sobre su lomo peludo y que ella ejecuta a la perfección.

El cuadro completo
Pero este pequeño milagro va más allá y a mí eso no se me escapa. En la foto de esta mestiza y sus cachorros, se ve otra cosa. Se ven manos humanas. Ése, es el cuadro completo. Son manos que decidieron que Valentina no podía parir a la interperie y abrieron la puerta de su casa para ella. Con todo el lío de las Fiestas, cuando todos andamos de aquí para allá, las manos de Silvia, al igual que Valentina, no pensaron dos veces, y se convirtieron en mamadres.

Como en definitiva, todas queremos ser un poco mamadres de cada bicho en desgracia que se nos cruza, tenemos ahora la oportunidad de ser parte de la historia de Valentina. Convertirnos en pan como ella, con leche maternizada y mamaderas. Ayudarla en esta tarea de crianza de prole numerosa.

No es que a ella le importe mucho. Valentina seguirá con su misión hasta el fin, llueva o truene. Esa es su naturaleza. Su vida le va en ello. Ella se convierte para ser consumida, mientras el mundo gira y gira indiferente a su alrededor.
".....
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes."

Ella se va convirtiendo de madre en mamadre.

Y todo brilla, todo brilla...



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