miércoles, 27 de febrero de 2013

Pequeños Milagros


Los milagros existen. No es porque yo lo diga. Es un hecho. Existen. Ahora, si sos capaz de verlos es otra cosa, porque para eso se necesita mucho de esperanza, mucho de fé. No necesariamente una fe religiosa, sino una fé en el Hombre, a pesar de todo.

En la mayoría de los casos surgen de manos anónimas que amorosamente traen sanación y consuelo y con ello, el milagro se revela. Manos humanas llenas de errores y defectos, manos como las de cualquiera de nosotros. Pero que logran que ocurra.

Marroncita y Nari son dos pequeños milagros. 

Las manos fueron muchas.Manos de protectoras, idealistas y luchadoras anónimas. Manos desperdigadas que confluyen como si siempre hubieran estado unidas, criticadas por cada persona que se siente validada para opinar en cosas que desconoce totalmente. Necesitadas de mucha ayuda que casi nunca llega como debería, pero que no les impide actuar cuando se anuncia la emergencia.

El 6 de Enero de 2013, el Diario Los Andes de Mendoza informaba en su suplemento Sociales, sobre un escrache realizado en Bermejo como reacción a una brutal paliza que unos individuos habían propinado a dos perros de la calle. Un macho y una hembra que quedaron gravemente heridos.

La noticia parece haber quedado en la crónica del escrache, pero la historia recién empezaba. Se trató de un gran desahogo frente a tanta indignación de pertenecer a la misma especie que ciertos sujetos. Terminando la catarsis, el  milagro se empezaba a parir...

Nari y Marroncita, los dos perritos sobrevivientes vieron estas manos acercarse. Seguramente aprensivos y desconfiados. Traían caricias con palabras de consuelo. Ellos pronto volvieron a confiar. Y partieron del lugar malheridos casi agonizantes en los brazos generosos de estas mujeres anónimas que nunca aceptan un no por respuesta.

Ahora mirá detenidamente estas imágenes:

El Antes y el Después de Marroncita

¿Entendés el alcance de esta foto? ¿Te das cuenta? Mirá la cara inchada y malherida de Marroncita, y mirá la belleza que llevaba escondida detrás de la maldad humana. Observá la expresión de dolor y desesperanza contrastada con la mirada tranquila que se deja acariciar. ¿Comprendés ahora a qué me refiero con los pequeños milagros? 

Este cambio se produjo en apenas dos meses. Y no se produjo solo. Fueron esas manos amorosas. Esas manos anónimas. Esas manos tan solitarias en medio de un mundo atiborrado de seres indiferentes y poco comprometidos. Uno de los tantos pequeños milagros que vengo presenciando últimamente.

Por la golpiza, Nari  perdió su ojo derecho y parte de la visión del izquierdo. Por su parte Marroncita, tuvo daños neurológicos debido a los golpes en su cabeza y temieron una ceguera que gracias al cielo, no fué tal. La desidia no se ha quedado atrás y uno está siendo tratado preventivamente contra el moquillo mientras la otra sigue tratamiento por TVT que es un tumor venérero trasmisible. Es decir, cancer.

Dos condenas tan comunes para los callejeros no castrados y abandonados a la buena de Dios.

Los dos son ahora hermosos perros. Nari está en el refugio de Moproa, una institución que no recibe ayuda oficial alguna. Marroncita en una guardería amadrinada por una mendocina lejana. 

Nari, el machito
Ambos esperan un hogar. Y esas manos de las que te cuento aquí, esas manos sanadoras, están necesitando tu ayuda. Necesitan encontrarles adoptantes responsables y cariñosos que sepan valorar el viaje que estos animalitos hicieron siendo "hermanos de la calle" como los describe Mercedes. 

Esas manos tienen un sueño : que ambos fueran adoptados juntos, que no tuvieran que separarse. Es un sueño tímido, diría yo, que casi no se animan a soñar, pero que no pueden evitar. Sin embargo son mujeres realistas y saben que los sueños a veces se cumplen y otras no. Y serían mas que felices con un hogar para cada uno.

Volvé a mirar la foto de Marroncita y respondete: Vos...¿En qué lugar te parás? Sólo hay dos fotos, no te tengo términos medios en estas preguntas. 

¿Te quedás mirando, indiferente, la foto de un callejero mas que un desubicado molió a palos?
¿O querés convertirte en otra mano, una nueva, que se sume a la campaña para encontrarles un hogar?
La diferencia la marcás solamente vos. Y elegir el camino comprometido no tiene premio. 

O si...
A lo mejor a partir de hoy , vos también empezás a presenciar pequeños milagros.


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